Capitulo 44 !!

Ya se que probablemente me odien por engañarlos respecto a la pelea. Pero era necesario. De alguna forma este capitulo era necesario. xD
Y este es el ultimo capitulo. El final es el capitulo 45 con el Epílogo. Asi que estara bastante largo.
Disfrutenlo. :D

CAPITULO 44
-¿Espectros?- susurro Lucian
-¿He?- dijo Lisange anonada.
Hace un segundo pensó que todo había acabado. Que los estaban atacando y que iban a morir. Y aunque las figuras negras aun los rodeaban ya estaba mucho más tranquila.
-Haha dulces y lindos espectros- dijo Juliam
Alexander y Cristian se pusieron alertas.
-A relájense machos, no hay peligro- dijo Juliam
-Cierto, no venimos a causar problemas- siseó la figura enfrente de ellos. La voz parecía ser de una mujer. Pero era imposible distinguir a la mujer entre toda esa niebla negra.
-Elena- dijo Lucian
-Que hermosa estas Elena, esas curvas y tu cuerpo tan traslucido, es excitante- Dijo Juliam
La figura llamada Elena siseo.
-Idiota, como siempre-
-Sexy también- dijo Juliam
-¿Qué lo que trae aquí Elena?- pregunto Lucian
-Vamos ayudar-
-¿En el que?- dijo Cristian
-Contra Vladimir -
-¿Y que podrías hacer contra un Nefesht?- dijo Cristian tratando de no sonreír
La figura pareció sonreír.
Segundo después la temperatura cambio. Todo estaba helado.
Y a Cristian empezaba a salirle escarcha en el cuerpo.
-¡Basta!- grito Lisange
La escarcha no se iba. Y Cristian estaba “Congelado”, literalmente.
-¿Estás bien?- pregunto Lisange
-Ange, me pones en ridículo, estoy bien solo es un poco de hielo-
-Idiota, me preocupo por ti-
-Bueno, eso está bien-
Alexander frunció el ceño.
-Si, estaba bien descongélate Cristian-
-¿Por qué querrías tu ayudarnos?- pregunto Lucian
-Porque la guardia entera son unos hijos de puta-
Cristian sofoco un risa
-Eso ya lo sabemos-
-¿Y necesitas otra razón?- siseo Elena
-De acuerdo, no-
-No les voy a decir que no, si quieren ayudarnos está bien- dijo Lucian
Al perecer todos los demás sintieron el cambio de temperatura por que llegaron corriendo. Jane venia con Claire en brazos. Y Grace con Emily.
De tras de ellas venia Liam y Jace.
Por el otro lado venían los “adultos”.
Adrian se tenso al ver toda esa niebla negra. Pero se dio cuenta que no había peligro.
-¿Qué pasa?- pregunto Beth
-Refuerzos- dijo Alexander
Después de eso el día termino bien.
Elena y su grupito se fueron. Y prometieron llegar para la pela.
Beth y Marissa no estaban de acuerdo.
Los espectros eran conocidos por su ira, y por su inigualable violenta forma de ser. Ellos eran egoístas. Y siempre iban a buscar su propio beneficio. Siempre.
Así podían ir perdiendo en la pelea y ellos los arrogarían a los lobos por salvar su cuello.
Pero cualquier ayuda vendría bien. Tomarían ese riesgo.
Todos entrenaron un poco más y se fueron a sus casas.
Lucian había dicho que no había ningún maldito lugar, que fuera totalmente seguro para las niñas. Así que Jane las iba a cuidar en la cabaña de Alexander. Todos esperaban que nadie se acercara por ahí. Y aun que le habían enseñado algunos movimientos con la espada a Jane, dudaban de que pudiera ella sola con dos Nefesht. O algo parecido.
Emily parecía comprender la situación. Y no hacia berrinches. No pedía estar con su mamá.
Para ser sincera, a Jane le sorprendió mucho.
Y se sentía bien poder ayudar en algo. Si el miedo de perder a alguien el batalla estaba muy presente. Pero no era algo opcional.
Esto tenía que pasar. Y por alguna razón le gustaba el hecho de estar ahí para ayudar.

Alexander estaba desconcertado. Todo pasaba tan rápido.
Ya era humano. Y apenas había tenido a tiempo a solas con Lisange. No es como si le molestara el hecho de tenerla encima del. Pero la extrañaba.
Y para el día de mañana todos estarían ocupados. Iba ser un milagro si tenían cinco minutos a solas.
Y después podría ser que nunca más la viera.
No podía dejar todo así.
Sin pensar demasiado en lo que iba hacer, Alexander fue directo a la casa de Lisange trepo la pared hasta llegar a la ventana del cuarto.
Toco. Pero Lisange no abría.
Y si no lo hacía pronto. Iba terminar muerto. Y no precisamente por la caída. Había dos cazadores un Nefesht dispuestos a arrancar su cabeza si lo encontraban aquí.
Lisange por fin abrió.
-¿Qué demonios haces?-
Alexander entro y automáticamente atrajo a Lisange contra el. La beso profundamente.
-Woow, ¿Y eso a que se debe?-
-¿Puedo dormir contigo? – pregunto Alexander
-Claro-
-¿Sabes que podría ser esta nuestra única noche juntos?- pregunto Alexander
-Eso ya lo habías pensado ¿Recuerdas?-
-Si pero esto es diferente-
-Un poco -
Alexander la abrazo. Y se acostó con ella en la cama.
-Solo, bueno …Te amo. ¿Está bien?, tenía que decírtelo-
-Yo también lo hago, pero no es necesario decirlo lo repites todos lo días-
-Y lo hare hasta que muera-
A Lisange se le iluminaron los ojos.
-Eso, supongo que es lo más romántico que han dicho-
-¿Donde esta Ace?, tiene mucho tiempo que lo veo-
Tan pronto como escucho su nombre, el perrito salio, moviendo la cola y subiendo con ellos en la cama.
-Hola amigo- dijo Alexander rascando sus orejas.
Ace lambio su mano y despues se acurruco en la orilla de cama.
Ellos se durmieron, Lisange estaba sobre el pecho de Alexander mientras el rodeaba su cintura. Solo durmieron.

Cristian se encontraba verificando el área donde iba a ser la pelea. Habían acordado pelear en un claro cerca del río.
Era perfecto. Tenía un atajo en el que fácilmente llegarías a la cabaña de Alexander en cinco minutos.
Aunque odiaba a esas niñas. Realmente no las quería ver muertas. Y la humana Jane tampoco. El no comprendió porque Jane era tan insistente con eso de ayudar.
A lo mejor ella quería morir.
El claro iba a ser rodeado. No había forma de escapar de el. El rio lo impedía.
Todo estaba listo.
Es sol estaba a punto de salir.
Iba a dormir todo el tiempo restante. Solo quería descansar.
Cuando él conoció a Beth no tenía mucho tiempo de ser convertido. Y de cierta forma ella lo ayudo. Era como una madre para él. Sabía que la batalla no iba a ser un juego con gatitos. Pero en realidad no le importaba mucho. No tenia nada que perder.
El no era de los que aceptaban las derrotas. Pero Lisange nunca iba a ser para el.
Y se le molestaba como una patada en trasero.
Cristian llego a su casa. Y se tumbo para dormir, y no despertar hasta que la batalla comenzara.